• Economía
  • Gregory Beltrán

Si las calles de La Paz pudieran hablar, contarían millones de historias, como las de aquellos que salen a ganarse unos pesos o, en algunos casos, a perder el miedo escénico. Los vendedores por necesidad comentan que, en un día de ventas, pueden ganar desde 20 hasta 150 bolivianos, dependiendo de la jornada. También hay quienes patrullan junto con funcionarios de la Intendencia para evitar que los ambulantes afecten sus ventas o ensucien las calles de la ciudad.

Candy, una mujer ciega, vende toallas en la avenida Mariscal Santa Cruz. En su cajón también hay bolsas de café que comercializa "para llevar el sustento a mi casa, a mi familia". Desde niña aprendió esta actividad para ayudar a su madre, quien trabajaba como empleada del hogar. En días sin lluvia ni conflictos, Candy puede ganar unos 15 bolivianos, y cuando las ventas son buenas, hasta 180 bolivianos, trabajando de 14:00 a 19:30. Gana entre 1,50 y 3 bolivianos por producto vendido y no descansa en feriados ni fines de semana, todo para que su hijo no tenga que dedicarse a lo mismo.

Gabriel, un vendedor de camisas, trabaja desde una silla de ruedas tras un accidente en el que un vehículo le pasó por encima de las piernas, dejándolo con heridas graves y deudas de más de 10 mil dólares. Vende para cubrir estos gastos y puede ganar entre 40 y 50 bolivianos al día, dinero que reinvierte en su negocio.

Aquelina, una mujer mayor, vende fólderes de plástico y, a veces, ropa, para ayudar a sus nietos. "La vida está tan cara que ya no podemos soportar", comenta, añadiendo que antes podía ganar hasta 100 bolivianos diarios, pero las ventas han bajado y ahora apenas alcanza los 30 o 40 bolivianos. Sin jubilación, su vida ha sido siempre vender y vender.

Por otro lado, don Pedro, miembro del grupo "Tamborita Fugitivos Santa Cruz", toca el tambor y viaja por todo el país. Puede ganar hasta 150 bolivianos en un día, suma que se reparte entre los cuatro integrantes del conjunto musical.

Finalmente, Yamil, quien no busca ganarse la vida en las calles, asegura que esta es la primera vez que se presenta con su guitarra, con el objetivo de perder el miedo escénico. Aunque no pide dinero, un niño le invitó un refresco y una señora le dio 10 bolivianos.