• Sociedad
  • Susana Salinas

15/11/2024.- La etapa posincendio, en la región de la Chuiquitania y la Amazonia boliviana, llega de la mano de la “hambruna y la migración”. Al menos 250 comunidades indígenas, víctimas directas del prolongado incendio forestal, empiezan a sentir los efectos de la devastación. 
Los jóvenes nativos, al ver su entorno casi desaparecido y la necesidad de sus familias comenzaron a migrar a otros departamentos.
“Nuestros jóvenes han migrado en su mayoría a otros lados, lo han hecho en busca de trabajo, porque en las comunidades no hay qué comer. ¿Quiénes quedamos?, las mujeres, los niños y los ancianos, somos los más vulnerables”, indicó Clara Masay, indígena de San Ignacio de Velasco, representante de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB). 
Sus declaraciones se dieron durante la presentación de la ‘Consulta Popular Nacional Por la Vida’, que movilizó a 32.375 personas, que demandan en su generalidad la abrogación de las “leyes incendiarias”.

HAMBRUNA
“No tenemos qué comer. Lo último que quedó tras los incendios fue devorado por los animalitos, que escaparon del fuego y perdieron su hábitat. Se comieron los platanales y empezaron a buscar la poca agua que quedaba, tienen hambre”, dijo Masay, al explicar que una de las primeras necesidades de los pueblos son las semillas, puesto que el fuego devoró sus medios de vida y producción. 
“Las pocas ramas de yuca acabaron por secarse, lo mismo que pasa con el maíz y el plátano. Se nos viene una peor hambruna de que la hoy pasamos”, indicó.
Agregó que, si bien el Gobierno llega con “un poco de raciones y agua”, la entrega a los pueblos se “burocratiza” y, al final, los más necesitados reciben muy poco.
Recordó que la marcha indígena de Alto Paragua es el instrumento en pie de lucha para acabar con el problema de los incendios forestales y el avasallamiento de tierras originarias, que son su hábitat.