• Sociedad
Foto: Victor Gutierrez/La Prensa
  • Armin Copa

27/11/2024.- La noche del sábado parecía tranquila para Gisel Pacajes, quien había ido a la casa de su prima para celebrar un cumpleaños en Bajo Llojeta. Todo transcurría entre risas y música, hasta que un ruido ensordecedor irrumpió en la celebración. Era la mazamorra que bajaba con fuerza, arrasando lo que encontraba a su paso.

Gisel, alarmada, reaccionó de inmediato. "Estábamos festejando en casa de mi prima cuando escuchamos un ruido fuerte y empezó la mazamorra a bajar. Le dije a mi mamá: ‘Salí, entré al auto y dije vámonos’. No pasó ni 10 segundos y la corriente me alcanzó, me arrastró muchos metros más abajo y tuve un fuerte impacto que me dejó atrapada en una montaña. Ya no podía salir más", relató. Los golpes y el impacto la inmovilizaron, y aunque intentó moverse, no pudo. Desesperada, abrió la ventana y comenzó a gritar por ayuda.

Fue en ese momento cuando Julio Gutiérrez, vecino del lugar, escuchó los llamados. Sin pensarlo, corrió hacia el lugar junto con su hijo y sobrino, llevando sogas para intentar el rescate. "La vida de ella había que salvarla. No podía quedarme quieto", dijo Gutiérrez. A través de la ventana del vehículo, lograron lanzar la soga y con esfuerzo la sacaron del auto. Gisel, aún en shock, sufrió un corte en el pie al salir por la ventana, pero estaba viva.

Tras el rescate, Gisel fue llevada a la casa de los Gutiérrez, donde recibió ropa seca y palabras de consuelo. Esa noche, la familia se convirtió en su refugio. "Mi desesperación fue abrir la ventana y pedir ayuda. Gracias a Dios que ese día me cuidó y envió ángeles, que es el señor Julio Gutiérrez con su familia. Ellos me lanzaron una soga, me amarré y salí del auto. Al salir me lastimé el pie con la ventana, pero estoy viva gracias a su valentía", expresó entre lágrimas.

Julio, emocionado por haber actuado a tiempo, celebró que la vida de Gisel no se perdiera esa noche. "Tal vez la mazamorra iba a entrar a mi casa, pero a ella tenía que salvarla primero", reflexionó. Gisel sufrió golpes en la cabeza, espalda y pie, pero está fuera de peligro, con el recuerdo imborrable de una noche que pudo haber terminado en tragedia y que, gracias a la solidaridad, se transformó en una lección de vida.