- Cultura
- Aleja Cuevas
Unas 30 estatuas humanas brillarán hoy en tres plazas y un boulevard, en el segundo día, de la sexta versión del Festival Internacional de Estatuas Vivientes, que se celebra en la ciudad de Potosí.
Se trata de actores que, en sus poses estáticas, personificarán a personajes como el Minero, la Diablada, el Pirata, la Peste, la Dama de Blanco, la Carmelita, la Warmisita.
El evento tiene la participación de invitados de como El Conquistador (España) y El hachador perdido (Venezuela) y Terror del sueño (Argentina).
El actor y director del elenco de Teatro Wiñay, Ibán Taboada, es gestor de esta iniciativa en Bolivia, fruto de su experiencia en otros encuentros internacionales, donde representó al personaje del Tinku.
“Con apoyo de Wiñay comenzó la travesía, que hoy llega a su sexta versión. Empezamos con 10 personas, luego 20, y ahora somos 25 artistas de Tarija, Cochabamba, Oruro, La Paz y Potosí”, mencionó.
TEATRO CALLEJERO
El arte de las estatuas vivientes tomó ayer, en el primer día, el Boulevard y las plazas Alonso de Ibáñez, 6 de Agosto y 10 de noviembre. Hoy se repetirá, entre las 10:00 y las 13:00.
“Serán tres horas, que es el tiempo máximo en que una persona puede mantenerse quieta, con dos o tres movimientos”, dijo.
Para el director de Wiñay, el arte de la estatua viviente se visibiliza poco a poco en el país con artistas que llegaron de Argentina. Considera que uno de los referentes en el país es Ronald Millares, un tarijeño que incursionó en este arte.
“Nos dio los consejos necesarios, con los eventos realizados se empezó a visibilizar esta disciplina. La gente de teatro se interesó, se les compartieron técnicas para elaborar los trajes, el uso de maquillajes y los movimientos que deben realizar”, explicó.
Para Taboada, este arte tiene un carácter de “convivio”, ya que se trata de un teatro callejero urbano.
Una de las características más notorias es la alcancía, en la que una moneda genera movimiento en la estatua.
Gracias a estos eventos, la muestra de estatuas vivientes es valorada, cuando antes era criticada y castigada por autoridades, y calificada por la gente como un oficio de “vagos”y “limosneros”.