Bolivia celebró ayer el Día de la Bandera. Se recuerda de esta manera, la creación de la primera enseña nacional, el 17 de agosto de 1825, 11 días después de la firma del Acta de la independencia Nacional.
En aquella oportunidad, el presidente de la Asamblea Constituyente, José Mariano Serrano, firmó un decreto que determinaba que la bandera de la naciente República de Bolívar tendría tres franjas verticales, dos verdes a los costados y una roja al medio, en la que debían aparecer cinco estrellas doradas sobre ramas de laurel y olivo, con las que se distinguía a los ganadores en las Olimpiadas de la era antigua. Cada una de ellas, se sabe, representaba a las cinco provincias con los que la actual Bolivia nació a la vida independiente: Chuquisaca, La Paz, Oruro, Cochabamba y Potosí.
De hecho, desde que se forjó el triunfo de las armas patrióticas en la prolongada Guerra de la Independencia Nacional, en la primera mitad de la década de 1825, este territorio fue conocido como las Provincias Unidas del Alto Perú. La historia expone que el 25 de julio de 1826, un decreto suscrito por el Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, se instituyó una nueva bandera de tres franjas verticales de colores amarillo, rojo y verde, pero el 31 de octubre de 1851, la Convención Nacional reunida en Oruro aprobó el actual diseño, a sugerencia del entonces presidente Manuel Isidoro Belzu.
Más allá de las precisiones históricas, es preciso señalar que los símbolos nacionales: la bandera, el himno, el escudo, la escarapela o las flores nacionales deben ser factores de identificación y unidad entre los habitantes de un Esta do, por lo que merecen el máximo respeto. En el país, un acuerdo de los bolivianos, ex presado en las urnas, nos permitió incluir a la wiphala, que identifica a los pueblos originarios de tierras altas, entre los símbolos patrios, aunque algunos sectores tratan de descalificar esta enseña, pese a que está incluida en la Constitución Política del Estado, vigente desde febrero de 2009. Así, las banderas de la patria deben ser objeto de culto. Es preciso recordar que el agravio a los símbolos es un delito contemplado en el ordenamiento penal boliviano en vigencia.