Hace 117 años, cuando el Partido Liberal conducía los destinos de Bolivia, después de su victoria en la guerra civil y de que la sede del gobierno quedó asentada en La Paz, se dio tal vez uno de los pasos más importantes en la historia de la educación, que dejó de ser espacio exclusivo de la Iglesia Católica.
La llegada de una misión de pedagogos belgas, contratada por el gobierno de Ismael Montes, dio paso a que se imponga una corriente laicista en el ámbito de la instrucción de las nuevas generaciones.
Durante la Colonia, los sacerdotes católicos habían monopolizado la instrucción que sólo alcanzaba a los naturales de España, sus hijos nacidos en estas tierras, quienes recibían el apelativo de criollos y los mestizos. Los indígenas estaban apartados de aquel beneficio.
El advenimiento de la República no modificó sustancialmente ese ordenamiento social, basado en una estructura de castas y no de clases sociales, hasta que se produjo el ascenso de los liberales al poder.
Así, el pedagogo belga Georges Rouma estaba llamado a marcar un antes y un después de su llegada a Bolivia. Fue a él a quien correspondió, por ejemplo, formar a Elizardo Pérez, considerado uno de los impulsores de la educación de niños campesinos e indígenas de Bolivia.
Sin embargo, una de las acciones decisivas que permitieron la irrupción de la educación con una orientación distinta a la católica, tuvo lugar el martes 20 de agosto de 1907, cuando el pastor metodista Francis Harrington fundó el Instituto Americano que, con el correr de los años, se ha convertido en uno de los más importantes de La Paz y El Alto, pues estableció una serie de centros educativos homólogos en Cochabamba, Montero y Trinidad, así como la escuela Néstor Peñaranda, en una zona popular de La Paz, dentro de lo que se conoce como la obra educativa de la Iglesia Evangélica Metodista en Bolivia.
Décadas después, se incluyó en la Carta Magna un feliz artículo: “la educación es la más alta función del Estado” que, aunque no se cumplió a cabalidad, señaló un camino para las futuras generaciones de bolivianos.