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  • Aleja Cuevas

En el vasto y diverso universo de la historieta boliviana, un grupo de 30 creadores, que incluye a dibujantes, guionistas, diseñadores gráficos, editores y libreros, apuestan por personajes conocidos y relatos populares, con lo que preservan tradiciones a través de su arte.
“Lo que prima son temáticas bolivianas. Es lo que hemos identificado. En abril, en una actividad, se vio cómo una historieta puede vender desde tradiciones, experiencias de barrio, personajes que se pueda reconocer, que se sepa que es boliviano”, dijo Salvador
Pomar, afiliado a la Asociación Boliviana de Creadores de Historieta (ABCH). La asociación participa en el Congreso Nacional de Historietas en la Feria Internacionaldel Libro (FIL). Los procesos creativos e investigación y donde publicar
una historieta serán algunos de los temas a discutir.
En el país, trabajan unos 90 historietistas, de quienes 30 son miembros oficiales de la asociación, pero 20 son los más activos que lanzan cada año una nueva obra, destacó Pomar.
Explicó que la producción de historietas en Bolianual via es variada, abarca desde publicaciones digitales en redes sociales como Instagram, hasta fanzines y libros impresos de alta calidad. Sin embargo, dijo que el mercado local presenta desafíos, como la limitada demanda respecto a la oferta.
“El mercado boliviano no es masivo, pero sí hay un público fiel que consume estas historias, sobre todo aquellas que tocan temas relacionados con la identidad boliviana, las tradiciones y las experiencias de barrio”, comentó.
A pesar de estos desafíos, la producción anual de historietas ha crecido, con un promedio de 10 a 20 obras nuevas por año desde 2021. Una de las producciones exitosas es Altopía, un cómic que se convirtió en uno de los más vendidos en la FIL 2022; Indio, una novela gráfica, de Rafaela Rada, fue la segunda más vendida ese año.
Para la promoción de las nuevas obras, las diferentes plataformas fueron determinantes para la promoción, apuntó Pomar. “Las redes sociales jugaron un papel crucial en la promoción y comercialización de historietas en Bolivia”, indicó.

Una de las experiencias exitosas es la de Jorge Catacora, conocido por poseer la editorial Samkasiña que logró un
gran impacto gracias a su presencia en plataformas digitales, pero también por la temática, dijo Pomar. Destacó
que las redes sociales permitieron a los autores alcanzar un público más amplio y diverso, lo que facilitó la distribución y comercialización de sus obras.
Pomar mencionó que las dificultades que enfrentan los creadores de historietas son la falta de editoriales especializadas y los altos costos de impresión, sobre todo a color, por ello, muchos autores optan por imprimir en blanco y negro.
A pesar de las dificultades, el panorama para las historietas en Bolivia mejoró de un tiempo a esta parte. Librerías
que antes eran reticentes a ofrecer historietas ahora reconocen su potencial comercial, en parte gracias al creciente
consumo de manga, que ha capturado la atención del público joven en la ciudad de La Paz.