Gonzalo Sánchez de Lozada, Goni, es, desde la madrugada de este martes, el segundo presidente de la historia contemporánea de Bolivia que recibe una condena de la justicia.

Luis García Meza fue el primero y recibió la pena máxima que se puede aplicar a cualquier delincuente común —de hecho, lo fue— que consiste en 30 años de presidio sin derecho a indulto.

Si bien Jorge Quiroga Ramírez fue sentenciado en primera instancia a dos años y ocho meses de reclusión por acusar al Banco Unión de ser una “lavandería” de recursos provenientes del “chavismo”, el mismo juez que le aplicó la pena inicial declaró que la causa prescribió y el expresidente quedó en libertad pura y simple.

El expresidente y sus ex ministros Jorge Joaquín Berindoague, Carlos Alberto Contreras del Solar y Carlos Alberto López Quiroga recibieron sentencias de seis años y tres meses, para el primero, y de cinco años para las tres exautoridades de rango inmediatamente inferior, al haber sido hallados culpables de haber incurrido en los delitos de incumplimiento de deberes y conducta antieconómica al haber suscrito y puesto en vigencia contratos de riesgo compartido en el campo de hidrocarburos sin la aprobación del entonces denominado Poder Legislativo.

Éste es, además, un segundo fallo judicial contrario al exmandatario, pues un tribunal de Estados Unidos lo declaró responsable civil de la matanza de octubre de 2003 y le ordenó pagar una millonaria indemnización a sus víctimas o a los familiares de éstas.

Sánchez de Lozada es el principal estandarte de la aplicación del modelo económico neoliberal en Bolivia. Desde su participación como ministro de Planeamiento y Coordinación de Víctor Paz Estenssoro hasta sus dos periodos presidenciales, se convirtió en el principal exponente de la aplicación de la línea político-ideológica que se aplicó en los países del Cono Sur sudamericano entre mediados de la década de 1980 y la primera de este siglo y que, con matices, continúa en la región.

Es, pues, en este caso concreto, una sentencia en contra de ese modelo que fue tan cuestionado en su momento y que, en el caso boliviano, dio lugar al advenimiento del llamado proceso de cambio.