• Cultura
  • Aleja Cuevas

A dos días de estrenarse Ladrón de perros en cines comerciales de Bolivia, Franklin Aro, quien da vida a Martín, el lustrabotas que decide robar el perro de su cliente, habló sobre el origen del proyecto y los logros alcanzados por la película que, recientemente, sumó otros premios. 

Desde su casa, en el Distrito 7 de El Alto, el actor conversó vía zoom con La Prensa. Ya van 50 entrevistas a radios, televisión y medios digitales, cada día, cuatro a cinco, comentó. La película Ladrón de perros ya cosechó unos siete premios, en festivales de cine en México, Perú, Italia, Irán y el más reciente, el Festival Internacional de Cine de Antalya, en Turquía, en el que Aro se alzó con el premio a Mejor actor y Vinko Tomicic como Mejor  Director. 

¿Qué se siente tener tantos reconocimientos?

Soy actor natural. Soy lustrabotas de verdad, ganar esos premios son un logro, un orgullo para mí y para mi familia.

¿Quién es Franklin Aro?

Soy un chico trabajador, me gusta probar nuevas cosas, dibujar, cantar y explorar nuevos lugares. Ahora me encanta la actuación.

¿Cómo fue tener el papel principal en Ladrón de Perros?

No me lo esperaba, mi objetivo era actuar en una pequeña escena de la película. Un día, cuando llegué a la Fundación Nuevo Día, donde dejamos las cosas de lustrabotas para ir a almorzar, vi a dos extranjeros y había varios lustrabotas, ahí conocí a Vinko (director de Ladrón de Perros) e hice el casting.  Improvisamos algunas escenas, pidieron mis datos y me dijeron que me llamarían. Pasó una semana y media y me llamaron.

¿Qué escena te trae anécdotas?

Una de las escenas es cuando actué con mi hermano, tenía miedo de que no lo haga bien, pero lo vi interpretar su personaje, me emocioné bastante, el cómo hablaba y cómo sonreía. Pero una escena dura fue en un colegio.

¿Por qué?

Siendo estudiante, cambié varias veces de colegio, como cinco veces, por discriminación, me juzgaban por ser lustrabotas y siempre cambiaba y cambiaba, hasta que llegué  al Simón Bolívar, justo el colegio donde filmamos. No tenía ni amigos, me juzgaban.

El trabajo no avergüenza.

Así es, trabajar de lustrabotas no es algo vergonzoso, vergüenza sería robar. Ahora estoy orgulloso, puse el nombre de mi familia en alto y quiero que todo el mundo conozca la historia de Martín, el niño lustrabotas que es huérfano.

¿Por qué crees que la película tiene éxito en el exterior?

La gente se conecta con la película porque refleja casi la vida real; la mitad es ficción y la otra es real. Siento que la gente se conmueve por eso. Al estar en México, Costa Rica y Chile, la gente se sentía conectada con la historia de un niño lustrabotas que está en las calles, y con esa búsqueda de identidad. En Bolivia, los lustrabotas nos sentimos discriminados, cuando en México, los lustrabotas trabajan sin pasamontañas, no son niños, cuando acá tenemos que ocultarnos, eso es de malo, creo que ese es el impacto que le da a la película.

¿Qué te dice la gente?

Leo los comentarios, la gente quiere conversar conmigo, quiere saber si sigo lustrando, otros dicen, quiero contactarlo para hacer proyectos.