Cuando supe de este proyecto cinematográfico me di cuenta de que quizás estábamos al frente de algo que podría hacer una diferencia cualitativa en los relatos de cine a los que estamos acostumbrados. Esta cinta no trata solamente la historia de un lustrabotas huérfano y su relación con un entorno complejo, sino se convierte desde un inicio en un reflejo potente de una realidad social que observamos cada día como parte de un eterno paisaje.
Un primer elemento de conexión con el espectador es una mirada profunda de la ciudad de La Paz, con sus calles y avenidas, con su gente y sus lugares típicos, captados por el mágico lente del director de fotografía chileno Sergio Armstrong, responsable de la cinematografía de gran parte de los trabajos del director Pablo Larraín.
Otro aspecto importante de la película es que el personaje principal no es interpretado por un actor profesional, sino por un lustrabotas en la vida real llamado Franklin Aro Huasco, quien al ser seleccionado en la audición ha comenzado una completa transformación de vida, en sus propias palabras. Su personaje alterna con el actor Alfredo Castro, probablemente el artista más destacado del momento en cine y teatro en Chile, contando en su extensa trayectoria con premiadas producciones independientes en Latinoamérica.
Este proyecto no resultó de la noche a la mañana, fueron varios años de esfuerzos de un equipo cuyo sueño nunca se desvaneció. Poco a poco este camino fue dando frutos, obteniendo la coproducción necesaria, el impulso que les dio haber sido seleccionados para la Residencia del Festival de Cannes (Cinèfondation), y para el Programa Biennale College Cinema del Festival de Venecia.
Todo este trabajo no podría haberse llevado a cabo sin la paciencia y el compromiso del joven realizador chileno Vinko Tomicic, quien en su infancia vivió en La Paz, y a quien siempre llamó la atención los niños trabajando como lustrabotas, con el rostro cubierto, una realidad que se propuso plasmar en la pantalla grande.
Guadalajara, Múnich y Tribeca son ejemplos del temprano circuito de festivales donde la película ha recibido galardones, con comentarios elogiosos de la crítica especializada.
Con todos estos antecedentes, y en mi rol de representante diplomático de Chile en Bolivia, estoy convencido que esta película no solo conecta a los bolivianos con la historia de Martin y esta bella ciudad, sino que con la exhibición de “El Ladrón de Perros” se da otro paso concreto hacia el encuentro de nuestros pueblos.