La información sobre el particular es alarmante. 2.100 millones de personas, poco más de la cuarta parte mundial carecen del acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura. Más de la mitad de la humanidad, alrededor de 4.500 millones de individuos no tienen servicios seguros de saneamiento; cada año mueren 350 mil niños por enfermedades diarreicas que están directamente relacionadas con la falta de higiene y unos 1.800 millones de seres humanos beben agua que no está libre de contaminación por materia fecal.

Se conmemora a escala planetaria la Semana Mundial del Agua, que este año se desarrolla bajo el lema Superar Fronteras: agua para un futuro pacífico y sostenible.

El agua es el elemento básico sin el que la vida, como la conocemos en la Tierra, sería imposible.

Este elemento es indispensable para saciar la sed, para el aseo personal, para preparar alimentos, para curar heridas.

No hay actividad humana que no pueda desarrollarse sin que el agua juegue un papel determinante, ya sea en forma directa o indirecta.

Imaginar la presencia del hombre sobre la superficie del orbe sin agua sería imposible. Es el primer indicador de la existencia de seres vivos en cualquier parte del mundo y, sin embargo, somos incapaces de cuidar un bien tan precioso como éste. Lo despilfarramos en una forma tan irresponsable que asusta.

Será la causa de las próximas guerras entre naciones y Estados, a pesar de que dos tercios aproximadamente de la superficie terrestre están cubiertos por agua, pero a causa de la exagerada salinidad de los océanos, es imposible utilizarla para beber, cocinar o en medicina.

El agua dulce es un bien que es cada vez más escaso y que debería preocupar profundamente a los estadistas. Garantizar su provisión, potabilizada y limpia, debe ser la principal prioridad de cualquier administración nacional.

La supervivencia de la humanidad depende de este líquido, su adecuada administración, que conlleva su adecuado tratamiento para purificarla y ofrecerla en las mejores condiciones posibles a sus habitantes.

No puede ser un negocio, el acceso al agua es un derecho humano que transversaliza a todas las generaciones de éstos —primera, segunda, tercera y cuarta— pues el primero de todos ellos es a la vida y sin agua, no hay vida.