El Gobierno acaba de lanzar la licitación para rediseñar el proyecto para un puente que atravesará el es- trecho de Tiquina. La iniciativa ha tropezado permanentemente con la oposición de los comunarios de esa región altiplánico lacustre pues aseguran que se verían privados de su principal fuente de ingresos.
Actualmente, la única ruta de exportación de productos bolivianos hacia los puertos del sur peruano atraviesa por Desaguadero mediante una carretera demasiado estrecha y, por lo tanto, demasiado peligrosa. No es posible emplear la vía que une La Paz con Tiquina, Copacabana, Kasani y el sur del vecino país a causa del estrecho que divide el lago Titicaca en el Mayor y el Menor.
Si hubiera un puente, habida cuenta de la ya existente doble vía que, cuando menos alcanza al municipio de Huarina, se contaría con una ruta alterna para alcanzar las costas del Pacífico. Esta construcción adquiere mucho mayor importancia dada la puesta en funcionamiento del Megapuerto de Chancay, en Perú.
Es lógico suponer que la mayor parte de la carga desde y hacia Bolivia deberá pasar por esa enorme estructura portuaria y se debe contar con adecuadas vías camineras, una de las cuales debe ser ese puente, cuya edificación se convierte en el bien mayor para el país, aunque el Gobierno Nacional deberá velar por el bienestar de los pobladores de Tiquina.
En forma paralela, se debe planificar de inmediato la construcción de la doble vía El Alto-Desaguadero para reducir el peligro de circular por la actual carretera que ya ha sido escenario de dolorosos y trágicos accidentes viales. Tampoco deben descuidarse las carreteras que unen Viacha con el Hito IV y la ruta que lleva a Perú a través de Achacachi, Ancoraimes, Carabuco y Puerto Acosta.
Es necesario que el Estado invierta en estos caminos por las mismas razones que obligan a construir un puente sobre el estrecho de Tiquina. Cuando funcionen esas cuatro rutas, incluso, se disiparán las posibilidades de bloqueos de carreteras que, una vez consumados, resultan perjudiciales para la economía nacional