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Mientras canta en lengua shipibo-konibo, propio del pueblo indígena homónimo, que habita en Amazonia peruana, Delia Pizarro manipula un rodillo con pintura blanca sobre un lienzo en el que plasmará diseños, patrones y colores del arte milenario kené, propio de su etnia.
Llegó el lunes a La Paz junto a Ronin Koshi, su sobrino, otro joven artista. Ambos empezaron ayer a hacer una intervención del arte kené en instalaciones del Museo Nacional de Etnografía y Folclore (Musef).
Esta visita es consecuencia de un convenio suscrito por la Embajada de Perú y el Musef para realizar intervenciones artísticas, que incluyen la muestra de fotos Retratos de mi sangre, expuestos el próximo 25, informó Daniel Fernández, responsable de Asuntos Culturales de la legación diplomática peruana.
Pizarro y Koshi provienen de la comunidad indígena shipibo-konibo, que se desarrolló en la región de Ucayali, en el centro de Perú, pero producto de un desplazamiento por la minería y el narcotráfico, actualmente, ellos, junto a 500 familias, habitan en Cantagallo, un humilde asentamiento humano de la capital, Lima.
Koshi cuenta que hace 25 años, sus padres y abuelos llegaron a Lima para una dar una mejor educación a sus hijos y nietos, porque en Shipibo-konibo había problemas de narcotráfico, tala de árboles y minería ilegal.
“Prácticamente nuestro territorio fue tomado por ellos. Ya no sirve la iterra, si quieres sembrar yuca o plátano, ya no crece grandes y los pescados están muertos; por eso nos hemos desplazado”, dijo Ronin Koshi, cuyo nombre en castellano significa “Anaconda Fuerte”.
En la intervención artística, pintarán tres murales, cada uno de seis metros de largo, en los que expresarán su cultura indígena. “El kené es la manifestación de nuestra comunidad indígena”, reiteró el indígena.
Tanto la túnica, la pechera (prenda que cuelga del cuello) y su rostro llevan el arte kené, diseño de la representación del cielo, las estrellas, del mapa de su selva, del frío, del universo, de las plantas y la sabiduría ancestral de sus abuelos y serán los mismos patrones que se verán los tres lienzos, explica Koshi.
Los lienzos serán realizados a pulso, mientras cantan y danzan, dice el joven artista. “Kené no es algo visual, sino es algo que pueda percibir esa energía viva de los abuelos”. Para Pizarro, en los lienzos se plasma sabiduría y costumbre, pero también alegría.
Por: Aleja Cuevas