La masacre de San Juan y la Asamblea Popular son dos hechos de la historia contemporánea del país. Están separados por cuatro años y tuvieron lugar en una etapa convulsionada, la que sucedió a la caída de Víctor Paz Estenssoro y se prolongó hasta la apertura del proceso democrático en 1982.

En esos 18 años, se produjo el estallido de la guerrilla dirigida por el Che Guevara, la masacre de San Juan, el fusilamiento del legendario comandante, la llegada de Juan José Torres al poder, el establecimiento de la Asamblea Popular, el cruento golpe y la represión política del gobierno dictatorial de Hugo Banzer Suárez, uno de cuyos puntos culminantes fue la masacre de Tolata, la parodia de elecciones de 1978, los sangrientos golpes de Natusch y García Meza.

Entre el 23 de marzo y el 8 de octubre de 1967, Guevara y una columna de combatientes irregulares tuvieron a mal traer al Ejército hasta que errores tácticos y el aislamiento del núcleo provocaron su aniquilación.

Sin embargo, mientras los irregulares ganaban algunas escaramuzas, el Alto Mando Militar ordenó atacar, como si se tratara de un territorio enemigo, a los centros mineros de Catavi, Siglo XX, Miraflores y Cancañiri. Fue durante la noche de San Juan de 1967, hace 57 años. La población indefensa no atinó a reaccionar. La matanza fue un acto de vil cobardía, generada por una remota posibilidad de que los trabajadores del subsuelo se sumen masivamente a la insurrección guevarista.

Cuatro años más tarde, en la segunda quincena de junio de 1971, se produjeron los primeros debates de la Asamblea Popular que, en su momento, fue calificada como el primer soviet boliviano. Aquel intento no fructificó ni avanzó.

Dos meses más tarde, el golpe militar de Banzer acabó con las ilusiones de los impulsores de aquella iniciativa.

La represión posterior fue terrible. Más de medio siglo después, hay aún quienes buscan a sus seres queridos desaparecidos y asesinados por las fuerzas de seguridad del régimen.

Como muchos otros capítulos en nuestra historia, aquellos no tuvieron un cierre adecuado y la impunidad sigue campante.