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  • LA PRENSA

Uno de los espectáculos más impresionantes y hermosos de la naturaleza es ver a un cóndor cuando vuela en libertad. La majestuosidad de sus movimientos, la velocidad de sus desplazamientos, su porte distinguido y sus enormes dimensiones convierten esta experiencia en inolvidable.

Hace algunos años, a iniciativa de un equipo de biólogos ecuatorianos, se instituyó el 7 de julio la conmemoración del Día Internacional de Cóndor, una oportunidad para proteger a esta ave que, como todos los animales, ofrece inconmensurables beneficios a los seres humanos.

Su característica de devorar animales muertos o moribundos evita la proliferación de bacterias o virus que pueden causar mortalidad en otras especiales, incluido el hombre. Es su aporte significativo e importante para el equilibrio ecológico en las áreas en las que vive. Es responsable del aseo de la naturaleza.

Al comprender ese factor, criadores de ovejas y otras presas, que son alimento de los cóndores, decidieron encarar un proyecto que permite nutrir a estas aves de rapiña sin sufrir grandes pérdidas en sus hatos ganaderos.

Los cóndores anidan en los picos más elevados de la Cordillera de los Andes desde Venezuela hasta la Patagonia, que es compartida por Argentina y Chile, en el extremo sur del continente.

No es posible determinar la cantidad de cóndores que viven en libertad en esta parte del mundo, cuyos países la han declarado ave nacional y figura en sus emblemas patrios. Se estima, sin embargo, que la población regional supera los 13 mil ejemplares.

Sus principales amenazas son los pesticidas utilizados para los cultivos agrícolas, los plásticos desechados en forma irresponsable por las personas e incluso los generadores eólicos de electricidad, cuyo uso se difunde cada vez más.

Es necesario proteger a esta especie que en Bolivia tiene el rótulo de “vulnerable”, un escalón por encima de “casi amenazado”, que tiene en Chile, mientras que en Venezuela, Colombia y Ecuador adquiere el estatus de especie en “peligro crítico”, mientras en Perú y Argentina se halla en calidad de “amenazado”.

Aún es posible ver a estos gigantes del aire después de salir unos cuantos kilómetros de la ciudad de La Paz o de otras capitales de nuestro país. Es responsabilidad de todos que no desaparezcan. Son necesarios para todos, como todas las especies animales y vegetales.