Ha muerto una niña, un hombre permaneció atrapado casi 10 horas en el lodo. Se habla de heridos y 40 viviendas damnificadas y de familias que perdieron todo cuanto tenían. Ha llegado el momento de frenar, mediante una Ley del Estado que contemple severísimas penas de presidio para sus contraventores, los movimientos de tierras que hacen inescrupulosas empresas cuyo único afán es el lucro desmedido e inmoral. 

Las serranías que circundan la hoyada paceña son víctimas —porque ése es el término exacto— de topadoras, retroexcavadoras y aplanadoras, sin que autoridad alguna pueda hacer algo para frenar algo que ya puede considerarse sumamente riesgoso y que ya se ha cobrado una preciosa vida humana y ha dejado literalmente en la calle a varias familias. Los eventos adversos en La Paz son dramáticamente frecuentes. 

Se producen cada cierto tiempo y los medios se han dado el lujo, porque es también el concepto preciso, de bautizarlos como megadeslizamientos. La falta de un adecuado mecanismo de control sobre los gobiernos municipales circunvecinos a Nuestra Señora de La Paz ha dado lugar a demasiadas irregularidades, cuando no actos francamente delictivos. Sin embargo, en este momento, es imprescindible que se haga —como ha ordenado el Presidente del Estado— una minuciosa investigación para determinar quién es el no ya responsable sino culpable de la tragedia que enluta a todos los paceños. 

Hay quienes provocaron dolosa o culposamente un deceso y daños millonarios. El alcalde Iván Arias ha anunciado un proceso contra la empresa, a la que se le denegó autorización para mover tierras sobre el río Pasajahuira y que consiguió ese permiso del municipio de Achocalla. 

Es necesario que se compruebe esa afirmación y que las autoridades y empresarios involucrados no solamente respondan por el daño civil, sino que se siente un severo precedente porque, a la vista de lo sucedido, estamos en presencia de delitos graves, que se sancionan con penas privativas de libertad. 

La tranquilidad y el futuro de los paceños requiere que se actúe con energía y sin dubitaciones.