Probablemente sea uno de los factores menos estudiados del fenómeno, pero fue uno de los más determinantes para que se hubiera des- encadenado el demencial proceso de hiperinflación en la primera mitad de la década de 1980. La oposición ejercida desde el entonces denomina- do Parlamento en contra del Gobierno de la Unidad Democrática y Popular.
Las bancadas opositoras del Movimiento Nacionalis- ta Revolucionario y Acción Democrática Nacionalis- ta formaron un sólido bloque en el Legislativo para bloquear todas las iniciativas que llegaban desde el Poder Ejecutivo, presidido por Hernán Siles Zuazo. A ello se sumó una débil conducción política por las divergencias internas entre el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda, cuyo principal di- rigente era Siles Zuazo; el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, conducido por Jaime Paz Zamora, Óscar Eid Franco y Antonio Araníbar Quiroga, además del Partido Comunista de Bolivia, cuyos rostros visibles eran los del psiquiatra Marcos Dómic y el dirigente minero Simón Reyes Rivera.
Esta rememoración traza un inocultable paralelismo con la situación actual. Para nadie es un secreto que el otrora monolítico Movimiento Al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos se ha dividido en dos corrientes, por el momento, antagónicas e irreconciliables: radicales y renovadores. Mientras los primeros defienden al expresidente Evo Morales, los segundos apoyan al presidente Luis Ar- ce Catacora. Los radicales no dudan en aliarse con la oposición conservadora representada por Comunidad Ciudadana y Creemos para frenar las iniciativas del Órgano Ejecutivo.
El resultado es complicado no solamente para la ad- ministración de Arce Catacora sino para todos los bolivianos, quienes sufren a diario por la falta de dólares y, en general, el encarecimiento del costo de vi- da. Nada resolverán las acusaciones mutuas para las personas de a pie, mientras la oposición es incapaz de crear una propuesta atractiva para el electorado. Entonces, los ciudadanos se ven atrapados entre dos corrientes que, teóricamente, son afines ideológica- mente, pero separadas por cuestiones personales.
El peligro de esto es que lleven al país por una sen- da similar a la que estremeció a Bolivia hace cuatro décadas.
combatir con un enemigo al que no se odiaba. Fue destituido del cargo en plena guerra, cuando se pro- dujo el llamado “Corralito de Villa Montes” y se vio obligado a renunciar.