Los incendios forestales han permitido que se pongan en evidencia las profundas divergencias de intereses, económicas, culturales y hasta ideológicas que existen entre indígenas originarios y los colonizadores de tierras bajas. Autodenominados pertenecientes a comunidades interculturales, los colonizadores son grupos de campesinos aymaras o quechuas, por lo tanto, provenientes de tierras altas, que buscan espacios en las tierras bajas del país para asentarse e iniciar labores productivas, pues en sus sitios de origen, ya no hay espacio para ellos ni una adecuada manera de ganar el sustento diario para ellos y sus familias.
Una vez establecidos en áreas tropicales del país llevan sus moldes culturales de vida a lugares donde no son comprendidos y, de pronto sin tener la intención de hacerlo, hasta invaden áreas en los que los indígenas han desarrollado su vida desde tiempos inmemoriales. Las modalidades de cultivo de la tierra y de aprovechamiento de los recursos naturales son completamente incongruentes entre ambos grupos humanos.
Es menester investigar con detenimiento el origen de los incendios forestales que arrasaron enormes superficies boscosas y de pastizales, pero es seguro que un importante porcentaje fue causado por la acción de los “interculturales”, interesados en ganar áreas para cultivar, La pausa ambiental de 10 años anunciada por el presidente Luis Arce busca monetizar la supresión de emisiones de gases de efecto invernadero y, simultáneamente, favorecerá a los pueblos indígenas que viven desde hace siglos en esos territorios, pero se convertirá en una especie de camisa de fuerzas para los colonizadores, quienes al no poder chaquear, vale decir quemar, áreas boscosas y ni siquiera ocupar el territorio devastado por las llamaradas se enfrentarán a la imposibilidad de explotar la superficie que deberá, en una década, recuperarse de los efectos del fuego.
Los indígenas podrán volver a sus territorios o habrán buscado otros para sobrevivir durante ese tiempo. La prohibición de encender nuevos chaqueos imposibilitará que colonizadores y comunidades campesinas generen recursos. Habrá que buscar un punto intermedio en los intereses de unos y otros, sin afectar al medioambiente y a todo el país.