- Cultura
- Aleja Cuevas
24/11/24.- Hace 70 años, probablemente en el mismo lugar donde vive hoy, rodeado de muebles de estilo español y una chimenea de piedra diseñada por él mismo, Fredy Céspedes, entonces de 14 años, regresaba de ver la película Rapsodia.
Fue este filme que lo inspiró a aprender a tocar el violín. Ese día empezó con la música y no dejó de tocar, de hecho, su pasión por la música contagió a más de 5.000 adolescentes de la ciudad de El Alto a explorar la música contemporánea.
La memoria de sus primeros pasos como violinista y arquitecto, los nombres de sus maestros de música, sus viajes, conciertos y los países que visitó siguen frescos en su mente.
“Seguro hice como unas 50 chimeneas. No tiene que salir nadita de humo; ese es el éxito”, comenta Céspedes, sentado en su sillón de madera, mientras observa la chimenea de piedra de su casa en Miraflores. Curiosamente, la primera chimenea que diseñó no salió bien.
“La historia es larga”, dice cuando comienza a relatar cómo se convirtió en músico. “Yo nací músico, creo que es el destino. Creo mucho en el destino”, reitera.
Nació en 1939, regresó a los 10 años de Argentina, donde sus hermanas, de siete y 10 años, tocaban piano, aunque a él, en ese entonces, la música no le llamaba la atención.
Todo cambió a los 14 años, después de ver Rapsodia. Le dijo a su madre: “Mamá, quiero aprender a tocar violín”. En menos de 20 minutos ya tenía el instrumento y un manual en sus manos. “Desde ese día hasta hoy, no dejo este instrumento. No exagero, ensayaba ocho horas al día”, recuerda.
Ensayaba tanto que su madre le apagaba la luz por las noches: “‘Fredy, dormí, tienes que ir al colegio’, me decía”. Tocaba en las horas cívicas del colegio Ayacucho, y en sus conciertos en el Teatro Municipal, sus amigos se hacían pasar por violinistas para entrar a verlo. “Les hacía pasar como si fueran violinistas”, ríe al recordar esas travesuras.
Al terminar el bachillerato, viajó a Argentina para trabajar como arquitecto, pero, por azares del destino, volvió a Bolivia. Aquí fue nombrado concertino, primer violinista y director de la Orquesta Sinfónica, cargo que ocupó tres años.
Durante el golpe de Estado de Luis García Meza, Céspedes fue becado a Alemania. Esta oportunidad le permitió conocer la casa de Mozart en Salzburgo y la de Wagner en Múnich.
Entre 1980 y 2000 trabajó como concertino y recorrió Bolivia como solista y con una orquesta de cámara. En 2000 recibió una invitación de Luz Bolivia Sánchez de Paredes, esposa del entonces alcalde de El Alto, José Luis Paredes.
“Trabajé 12 años en la Alcaldía de El Alto con la Orquesta Sinfónica Municipal. Formé más de 5.000 chicos que ahora, algunos formaron sus escuelas, enseñan, tocan en grupos de música, y algunos son mariachis”, dice. Pero también impulsó la Filarmónica de Oruro, y, en Viacha, la Orquesta de Cámara.
Desde 2015 lidera la Orquesta Filarmónica de El Alto (OFA). Aunque la pandemia interrumpió sus actividades, el proyecto sigue. Interpretaron música de videojuegos, música disco de los 70, bandas sonoras y cumbia sinfónica.
El 29 y 30 de noviembre, Céspedes dirigirá a la OFA en el espectáculo Luis Miguel Sinfónico, junto al cantor flamenco Cristian Del Río, líder de la agrupación Manfariel Gitano.
“No es por hacer propaganda, pero la orquesta está en un nivel bien lindo. Va mejorando todavía. Será una noche espectacular”, asegura Céspedes. El concierto contará con 25 músicos en escena y un repertorio de más de 15 temas de Luis Miguel, como La incondicional, Cuando calienta el sol y Fría como el viento.