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Recorrer el territorio nacional y encontrar una voluntad que plantea el turismo como instrumento de sobrevivencia, convierte la necesidad en evidencia.
Convengamos que no resulta fácil aceptar una realidad cuando no se la conoce y cuando las señales materiales parecerían señalar lo contrario. La agenda de bloqueos cotidianos resulta imposible de ignorar cuando lo que se pretende ofrecer necesita, precisamente, libre tránsito. Reconociendo las potencialidades que está desarrollando la gente en el territorio, tenemos que aceptar también, cierta estupidez dirigencial que apela irracionalmente a la autodestrucción, y pone a prueba nuestra inteligencia para buscar argumentos que deje en ridículo a los bloqueadores.
No se trata de un acto de fe, es simplemente el escuchar las voces que van creciendo y que apelan a las bases filosóficas que la gente está desarrollando para sobrevivir dignamente en la crisis. La construcción del turismo se basa en un acto de auto estima, de valoración de lo que se tiene y se quiere compartir como algo valioso; sigue con el reconocimiento de una relación humana que necesita calidad pues se trata de tolerancia al distinto a que invito a visitarme, y de aplicación de la filosofía del cuidado pues no puedo invitar a alguien a mi casa para darle maltrato. Y concluye con que se trata de la actividad económica con la base social más ancha en termino de actores involucrados, y que demanda una relación consciente de cohesión social para lograr sus resultados.
Corresponde, entonces, sumar al territorio convertido en destino, la forma de vida que tiene la gente que vive en él, para generar excedente económico y simbólico a través de un pacto consciente que lo permita.
Quiero compartir algunas evidencias que son inequívocas. El día de ayer, en Sucre, hemos sido testigos del lanzamiento de la celebración del Bicentenario de la Independencia. Se ha realizado una puesta en escena que utiliza lo que se tiene cotidianamente con una perspectiva diferente y en los espacios históricos en los que se produjeron los acontecimientos; la Casa de la Libertad, los tejados de la ciudad, las campanas sonando arrebato que convocan a la consciencia nacional a celebrar la independencia, plantean convertir la celebración en modo de vida a través de la historia, el patrimonio, la cultura y el turismo. Chuquisaca convertida en escenario, nos está invitando a construir colectivamente una opción para salir de la crisis de manera inteligente. El Gabinete del Bicentenario constituido por la Gobernación del Departamento, se está integrando a todas las fuerzas vivas, personales e institucionales, que tienen algo que hacer en esta fiesta de la que nadie puede excluirse.
Este acto podría ser una acción importante pero insuficiente si no estuviese acompañado de una multitud de otros esfuerzos todavía dispersos, pero que se multiplican en todo el territorio nacional, en el mismo sentido y con el mismo objetivo. En un primer inventario, tenemos el acuerdo de todas las instituciones y emprendimientos turísticos del Beni, hecho público en San Ignacio de Moxos, para dinamizar la oferta turística departamental. La invitación de Combaruty, en Boyuibe, para visitar el Chaco. La riqueza paleontológica de Toro Toro. Las pascanas de cultura viva en San José de Chiquitos. La degustación de la vida con vino generoso en Hacienda Florencia en Tarija. Pisatahua en Tumichucua, Riberalta. Santa Rosa de la Mina, en San Ramón de Ñuflo de Chaves. El café El Paquío de Magdalena y Cabaña Don Peky, de Porvenir. El Festival de la Orquídea de Concepción. La Pascana Etsawa Teje, centro de interpretación Amazónica, en Cobija. Sumo dos productos que van creciendo. Me estoy encontrando en los territorios a Rodrigo Paz pregonando el valor del recurso humano más grande que tiene Bolivia que es su gente, y que unido al turismo, puede modificar el escenario. Y las campañas de capacitación y formación de mano de obra calificada que ejecuta Samuel Doria Medina, ligadas a emprendimientos de jóvenes y de turismo.
Desde el Cepad y nuestros trabajos en ciudades intermedias, turismo, desarrollo económico local, fomento a la producción y consumo del café, comprobamos cómo crece el turbión de actores con los que de gusto trabajar: Solydes, Extremadura, Avina, Natura, Cepac, Apac, Fundación Trabajo y Empresa, Uagrm, Unifranz, Acción Social… Bolivia tiene esperanzas.
Por: Carlos Hugo Molina