Las áreas verdes de la ciudad de La Paz están bajo la constante amenaza de los llamados loteadores clandestinos, quienes, en realidad, forman parte de organizaciones criminales. Estas organizaciones identifican un espacio relativamente extenso en cualquier ciudad del país y deciden apropiarse de él para posteriormente venderlo, dividiéndolo en terrenos más pequeños para su urbanización.

Estos grupos suelen buscar personas que se presentan como "colonos" o propietarios originarios de estos espacios públicos, quienes reclaman la posesión de los terrenos. Mediante hábiles maniobras legales, logran que algún juez dictamine que ellos son los únicos y verdaderos dueños de esa área. Luego, con la ayuda de un grupo de personas, toman posesión, se asientan en el lugar y, con el apoyo de funcionarios municipales corruptos, obtienen la aprobación de la planimetría correspondiente.

Con base en estos documentos, los loteadores gestionan la dotación de servicios básicos: energía eléctrica, agua potable, alcantarillado y, en algunos casos, fibra óptica para la provisión de internet. Entonces, comienzan la venta de los lotes a precios bajos, aprovechándose de la necesidad de las familias que construyen sus casas. Sin embargo, en el caso particular de La Paz, los terrenos no son adecuados para soportar el peso de las edificaciones, lo que provoca que, con el tiempo, las viviendas sufran rajaduras e, incluso, en casos extremos, se produzcan derrumbes o megadeslizamientos, como sucedió en Valle de las Flores, Callapa y otros barrios circundantes, o en San Jorge.

Otra modalidad utilizada por los loteadores es menos sutil y más abusiva. Las autoridades municipales suelen plantar árboles en estos espacios con la esperanza de que, al crecer, detengan el avance de los loteadores. Sin embargo, esta medida es en vano. Los delincuentes, con la complicidad de algunos vecinos, eliminan la corteza de los troncos, lo que provoca que los árboles mueran rápidamente y sean fáciles de derribar.

Una vez lograda la deforestación, tomar por la fuerza estos terrenos no resulta complicado. Después de una tramitación especial, logran obtener la planimetría. Es probable que este ciclo termine con muros deteriorados o derrumbes, pero los loteadores habrán conseguido su objetivo: obtener dinero fácil a costa de la necesidad de otras personas y familias.

Por ello, es imprescindible que la Alcaldía registre todas las áreas verdes, plazas, plazuelas, parques, campos deportivos e incluso calles y avenidas a su nombre ante Derechos Reales, para evitar que estos delincuentes continúen con sus actividades ilícitas.