Los libros de este notable escritor y pensador boliviano son febrilmente polémicos por las contradicciones de presencia y realidad de la interculturalidad, ignorada en su época, lo cual se evidencia en su obra “Pueblo enfermo”, donde el autor se refiere peyorativamente al indigenismo calificándolo de ser una raza atrofiada y enferma; vocablos que son extraños a la erudición del escritor por su contundencia y no recuperable redención, menos olvido; por ello es que produce un ámbito aporético y a la vez sensación de decadencia en el lector. 

Quizás esa deplorable situación ambivalente pueda llamarse transición en el intelecto del autor, empero, el historiador deberá tomarla en cuenta porque esta idea de la atrofia, enfermedad e inviabilidad de la raza indígena, negando la riqueza sociológica de la diversidad de nuestros pueblos indígenas es un desatino histórico, y pertenece a la realidad que él va a historiar. 

En suma, al incursionar en la decadencia, transición y luces de este escritor, la condición negativa de los conceptos escritos por Arguedas para la eternidad no debe hacernos olvidar que toda época es positiva, que toda la producción intelectual es un reflejo de una vida como la afirmación de sí misma, y que no hay ninguna fecha en que la humanidad (en este caso la raza indígena), haya ingresado en una catarsis apocalíptica. 

Siempre surge el tiempo de reconsideración y de meditación profunda sobre lo hecho o las acciones pasadas, que significa el tiempo de la contrición, retractación y corrección que enaltece a los humanos, esto sucedió específicamente con la aparición de la obra “ Raza de Bronce”, donde el autor hace emerger la naturaleza profunda y genuina de la quididad o esencia indígena y su ineluctable y cardinal presencia determinante en un país como Bolivia, enriquecido como ninguno por su diversidad como su hontanar vital, y que hoy se contempla plasmada. 

La tarea de los críticos e historiadores y sobre todo de los estudiantes que se impregnan con la historia de su país, es descubrir, aun en los tiempos más conflictivos y atroces, los motivos que satisfacen a la investigación y que inclinaron a los escritores a refrendar en sus escritos lo que pensaban; de esta forma subsistían a la época en la cual vivían. Sobre todo debe considerarse benévolamente que, los que viven una época de transición no viven transitando a otra sino resueltamente instalados en la suya ni más ni menos que los de la época más estabilizada.

Este es un punto inflexión muy interesante en el entusiasmo de asumir posiciones porque viceversa no ha habido época en la cual no faltasen disidentes, hombres, mujeres o grupos que preferían o creían preferir otra edad futura o pretérita. Eso es exactamente lo que actualmente sucede en Bolivia pues existen disidentes que no aceptan la acción decidida y la inclusión consolidada de la diversidad. 

Lo precitado contribuye a la peculiaridad que las obras de Arguedas constituyen acaso su notable distintivo: la polémica, la fase intelectual, la transición y la inquietud espiritual, aspectos que le asignan mayor actualidad porque hoy cuando se leen sus obras se confrontan las vicisitudes de la época del autor y la realidad actual que conforma un país más unido, coherente y exento de discriminación; situación que es imparable por la fuerza de los movimientos sociales que son las expresiones genuinas de un pueblo pacífico y ávido de igualdad para todos. 

El lector de Arguedas podrá inferir sin dificultad que el cariz que le asigna el autor a su percepción del indigenismo, obedece a una inspiración más general de la sociedad de esa época y a una inclinación de su espíritu sumamente insondable. 

En efecto, una de las ventajas de este libro polémico hoy y, satisfactorio y complaciente en su época, es que a diferencia de otros trata con toda atención la influencia de la sociedad dominante, de cuyo pensamiento es difícil abstraerse. Arguedas, un hombre sabio, comprendió su propia época de transición y corrigió con decisión lo escrito en “Pueblo enfermo”, que lo hizo presuntamente sin profunda meditación futura y corrigió continuando con esa línea en otras obras posteriores que fueron un trasunto de su preocupación por el país con acertada realidad.